Atlético Nacional firmaba el mejor año en la historia, no solo suya, sino de un club en el país, incluso, tenía enamorado a todo el continente con su buen fútbol, sin embargo, pese a que ese año, en 2016, ya había conquistado la Copa Libertadores, cuando iba por la ‘otra mitad de la gloria’, la Sudamericana, pasó lo impensado.
El vuelo chárter 2933 de LaMia, que partió desde el aeropuerto Viru Viru, en Bolivía, para aterrizar en el José María Córdova, y que traía consigo a los jugadores del Chapecoense, rival del conjunto ‘verde’ en la final, nunca llegó a su destino, y se estrelló en una montaña, a escasos kilómetros de arribar.
Solo seis personas lograron salir con vida de allí, los demás murieron. Jugadores, cuerpo técnico y hasta periodistas que iban en el vuelo perdieron la vida, y con el tiempo se comprobó que todo pudiese haber pasado como estaba escrito, y Chapecoense se hubiese jugado el trofeo contra Atlético Nacional, pero un error humano premeditó todo.
Las investigaciones concluyeron que la caída del avión por falta de combustible, lo que además trajo un tema de conversación en todo el mundo, teniendo en cuenta que, por normatividad, todos los vuelos deben tener incluso mucha más gasolina que la requerida para el trayecto, lo que derivó también en investigaciones penales.
Fue una noche negra para el fútbol, para Colombia, y sobre todo, para Brasil, que vio morir a un equipo que en pocos años había crecido como palmera en la liga, y que enfrentaba su primera final internacional.
El “vamos vamos chapé” terminó siendo el himno que unió a las hinchadas de Atlético Nacional y Chapecoense, que desde el trágico accidente, se firmó la hermandad de dos ciudades nobles, unidas por la tragedia.