Es preocupante el llamado que hacen los médicos intensivistas y anestesiólogos del país con respecto a la escasez de medicamentos fundamentales para el cuidado de los pacientes hospitalizados en las unidades de cuidados intensivos (UCI), lo que puede agravar la situación generada por la pandemia.
Si bien no existen fármacos que curen las formas graves del covid-19, dado que para el virus no se ha desarrollado un medicamento específico, lo cierto es que para el soporte de quienes la padecen se requieren una serie de insumos que, dada su demanda creciente en el mundo, amenazan con desaparecer de las instancias hospitalarias.
No en vano, la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (Scare) y la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidado Intensivo (Amci) le enviaron una carta al ministro de Salud para solicitarle que prontamente se tomen medidas a fin de frenar esta contingencia que se viene agudizando desde junio, no obstante algunas acciones que ha echado a andar el Instituto de Vigilancia y Medicamentos (Invima) en este sentido.
Aquí hay que entender que ante la urgencia que esto significa, y la evidente preocupación que causa también en la sociedad, se debe actuar no solo con celeridad, sino de manera conjunta entre todos los implicados.
Las farmacéuticas deben liberar prontamente sus existencias y agilizar la importación; los hospitales pueden compartir de manera solidaria sus inventarios, cuando las circunstancias sean apremiantes en algunas entidades, y el Ministerio y el Invima pueden aplicar normas como la declaratoria de medicamentos vitales no disponibles, las importaciones propias y hasta la agilización de trámites que faciliten su disposición.
Aumentar las unidades de cuidados intensivos fue una tarea que se cumplió, pero este logro no puede desvanecerse por las grietas de estos faltantes.
EDITORIAL